Contarle a los australianos qué son y cómo actúan los fondos buitres en una economía parece una idea peregrina. Sin embargo, el tucumano Ezequiel Martínez la lleva a cabo cada vez que difunde el video que filmó sobre este tema en Sydney, donde está radicado y desarrolla una intensa actividad artística.
“Es una película explicativa sobre lo que está ocurriendo en la Argentina ahora. Hacerlo ha sido muy gratificante y divertido”, le dijo a LA GACETA en una entrevista por mail.
- ¿Hace cuánto tiempo que te fuiste de Tucumán y por qué decidiste partir?
- Hace dos años y medio que comencé a viajar. Respondió a la necesidad de explorar nuevos lugares y vivenciar la experiencia de enfrentarme a lo desconocido. Mi interés por Australia comenzó por 2004; sus paisajes, ciudades y multiculturalidad, hicieron que ponga mi atención en el país y en 2009, mientras cursaba mi último año de universidad y trabajaba, comencé a ahorrar y a planificar mi viaje, que concreté dos años después. Vine como turista por tres meses, luego me fui a Nueva Zelanda, conocí los paisajes donde se filmó el Señor de los Anillos, los más impresionantes que ví en mi vida, y volví a Australia para radicarme en Sydney.
- ¿Cuál es tu trayectoria profesional?
- Estudié Diseño de Interiores y Equipamiento en la Universidad Nacional de Tucumán, actúo en teatro y escribo para revistas de diseño. Pude trabajar en el departamento de Diseño Escenográfico en la Compañía de Teatro de Auckland.
- ¿Hace cuánto que actuás?
- Comencé cuando tenía 15 años, con Cristina Hynes O’Connor, primero cursando con ella y debuté en su obra “El show de los chicos enamorados”. Después cursé con el maestro y director Raúl Reyes, donde profundicé mi pasión, y participé en seminarios con grandes como Ricardo Bartís y Pompeyo Audivert. También tomé clases con César Romero.
- ¿Hacer teatro en otro idioma es un desafío especial?
- Actuar en otro idioma y en un país distinto era un desafío que quería cumplir, y al radicarme el año pasado acá, lo primero que hice fue un curso en una compañía de teatro independiente. Costó un poco, pero con práctica y tiempo me fui acostumbrando. El director Duncan Maurice me invitó a integrar el elenco de la performance “Los phobicos” para un festival organizado por Amnistía Internacional, y luego seguimos juntos en la obra “The silence came” (“El silencio llegó”), que partió de una idea mía y de la cual soy productor. La obra trata sobre una sociedad moderna divida en clases, contaminada por pecados y se montó en un restaurant de tres pisos, donde el público podía ir por donde quería. La experiencia fue impresionante y a sala llena. Con nuestra compañía “Mongrel mouth” (“Boca mestiza/callejera”) estamos ensayando otra producción, con un concepto nuevo: el teatro de inmersión.
- ¿Cuál fue la diferencia central que encontraste?
- Los tucumanos y los argentinos somos más viscerales y pasionales al hacer teatro; los australianos son más pragmáticos.
- ¿Qué significa, culturalmente, estar en un país distinto en historia, lengua y tradición?
- Es aprender a conocerse uno mismo más profundamente, a profundizar en tus raíces, de donde venís, y en tus conocimientos sobre cómo funciona el mundo. Te cruzás con gente de todas partes, y te enriquecés a través de escuchar y ver diversas historias de vida.
- ¿Cómo llegás al cine?
- Gracias a una amiga que me invitó a un evento donde cineastas, estudiantes y aficionados se juntan a presentar cortometrajes de hasta cinco minutos. Es un gran espacio donde todos tienen la posibilidad de mostrar sus trabajos, recibir devoluciones y generar contactos. Así realicé mi primer corto como director y escritor, y ya tengo dos más. A mí siempre me gustó mucho el cine, pero nunca tuve el coraje para meterme en ese mundo. Ahora ya estoy trabajando en un mediometraje de 15 minutos.
- ¿Cuáles son las cosas que más extrañás?
- A mis viejos; extraño los domingos, el almorzar en familia y la sobremesa. A mis amigos y a Lola, mi perra. Los detalles como compartir una cerveza y una charla con los más queridos. También extraño el teatro que se hace en Tucumán.